SITUACIÓN

La iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción se encuentra ubicada en la plaza mayor del municipio, delimitando la totalidad de su lado norte. Se eleva sobre la pequeña meseta que corona el primitivo cerro sobre el que fue construida la población de Corral de Almaguer, a una altura sobre el nivel del mar de 712 m. Está orientada hacia el oriente -hacia Jerusalén- tal y como era costumbre en los edificios religiosos de la época siempre que el espacio lo permitía.

ORÍGENES

Durante los años que siguieron al establecimiento de la Orden de Santiago en Uclés, allá por el año 1.178, fueron numerosos los templos que se levantaron en nuestra comarca, de forma paralela al proceso repoblador que la Orden Militar llevaba a cabo en estas tierras recientemente ganadas a los musulmanes. Corral de Almaguer, que también fue repoblado a lo largo del siglo XlII a partir del primitivo Almaguer situado en el cercano Cerro de la Muela, vio erigir por estas mismas fechas su primera iglesia parroquial que, como era costumbre, habría de situarse en la parte más alta y llana de la nueva población.

De ese primer templo parroquial, construido en el estilo románico tardío de la época y al que suponemos de menores dimensiones que el actual, apenas conservamos hoy en día una pequeña puerta de difícil visión -al estar ubicada en la unión entre la nave principal y la torre- y una ventana de cantería -descubierta en la última restauración del templo- reutilizada para la construcción de la capilla aneja a la sacristía o del comendador Francisco Suárez.

Poco más podemos añadir sobre esta primera iglesia de Corral de Almaguer; tan sólo que debió alcanzar cierta relevancia entre las de su época, pues en ella se celebraron nada menos que dos Capítulos Generales de la Orden de Santiago -concretamente en los años 1.253 y 1.480- honor este que solía reservarse para las grandes poblaciones del reino.

 

EL TEMPLO PARROQUIAL DE NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN

Tras la concesión de la Carta de Villazgo al nuevo municipio de Corral de Almaguer (año 1.312), la población fue adquiriendo un notable desarrollo y una creciente importancia económica en la zona. La iglesia, que no permanecía ajena a este proceso de enriquecimiento generalizado de la villa, resultaba a todas luces pequeña y poco suntuosa para los tiempos que corrían. Es por ello que en los últimos años del siglo XV, siendo Maestres de la Orden de Santiago los Reyes Católicos y comendador de Corral de Almaguer D. Íñigo Manrique (primo hermano del gran poeta Jorge Manrique), se decide levantar un nuevo templo parroquial más acorde con el creciente número de habitantes de la villa (por estas fechas superaba a algunas ciudades del reino) y la trascendencia económica que representaba para el sostenimiento de la Orden Militar (era considerada la panera del Priorato de Uclés).

El nuevo templo se construyó, en concordancia con los gustos de la época, en el estilo gótico tardío o Isabelino que tanto gustaba a la Reina Católica. Para su fábrica exterior, fue utilizada la mampostería de piedra, cal y arena, con refuerzos de sillería en esquinas, contrafuertes y algunos basamentos. En su interior, doce pilares fasciculados de cantería, distribuidos en dos hileras y ornamentados con dos cenefas de bolas a la altura de las impostas, se elevan en altura para unirse con posterioridad formando arcos apuntados, sobre los que se establece un pequeño entablamento en el que reposaban originalmente sendas armaduras de madera en forma de artesonado, con la técnica conocida como par y nudillo y un total de quince tirantes. Dicho artesonado, sería sustituido algunas décadas después (siglo XVII) -creemos que como consecuencia de un incendio- por tres bóvedas de medio cañón con lunetos, al estilo ya del renacimiento. Las bóvedas, junto con los pilares, delimitan dos altas y espaciosas naves laterales, junto a una gran nave central dotada de mayor anchura, con bóveda decorada por tres paños de pinturas al fresco realizadas tras la guerra civil. Los diez lunetos que flanquean dicha bóveda, se encuentran igualmente decorados con pinturas sobre cartones de la misma época, representando figuras de santos y patriarcas de la iglesia.

El presbiterio, mas elevado en altura que el resto de las naves e iluminado por rosetones laterales, conserva en todo su esplendor la bóveda original de crucería, adornada por complicadas nervaduras góticas sobre ménsulas. El ábside, en el que se eleva el altar mayor, se encuentra ocupado en toda su superficie por un gran retablo barroco, reconstruido tras la guerra civil, presidido por el enorme lienzo original de la Asunción de Nuestra Señora, advocación de la parroquia. Junto al altar mayor y ya en los laterales del presbiterio, se pueden apreciar dos lápidas funerarias talladas en piedra de color negro con caracteres góticos grabados en su superficie. Fueron encontradas a los pies del altar durante la última restauración del templo y se corresponden con dos importantes miembros de las familias Ramírez de Arellano y Ayllón respectivamente.

CAPILLAS

A finales del siglo XV y comienzos del XVI, coincidiendo con la construcción del nuevo templo parroquial, la Orden de Santiago permitió que las grandes familias de la localidad pudieran erigir capillas en el interior de la iglesia, con el fin de que contribuyeran a costear los enormes gastos que la construcción del templo había acarreado. A la vez, se proporcionaba a estas grandes familias la posibilidad de obtener un lugar de enterramiento privilegiado en la parroquia, y dejar con ello constancia del lustre y renombre de sus linajes. La Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción contiene un total de cinco capillas que arrancan del propio presbiterio y se distribuyen a lo largo de sus naves laterales.

En el lado del evangelio

CAPILLA DE LOS COLLADOS

Es la primera y más antigua de la parroquia, pues se erigió a la vez que el templo parroquial. Fue mandada construir por D. Juan Collado -caballero de la Orden de Santiago, secretario del Maestre Alonso de Cárdenas, comendador de Ocaña y embajador en Roma del Rey Fernando el Católico-.

Es una capilla de planta cuadrada, a la que se accede por un arco de medio punto en piedra labrada, formado por dos filas de arquivoltas abocinadas ornamentadas a la altura de las impostas con franjas de cornisas y flanqueado por dos escudos con las armas de la familia. La bóveda es de crucería, con ricas nervaduras de piedra sobre ménsulas en estilo gótico tardío. En el muro frontal del interior de la capilla, justo debajo de la ventana que ilumina el recinto, se encuentra un artístico blasón con las armas del fundador de la capilla, realizado en mármol blanco con el mismo estilo gótico de finales del XV con el que fueron decorados los antepechos del patio de la Casa de los Collados.

Esta capilla se encontraba, con anterioridad a la guerra civil, cerrada por una verja de madera pintada en negro, con una inscripción relativa a su fundador en el friso que remataba la parte superior de la cancela. El interior estaba presidido por un pequeño altar dedicado a la Visitación de Ntra. Sra. -advocación de la capilla-, sobre el que se alzaba un artístico retablo en madera tallada y dorada formado por tres cuerpos y nueve intercolumnios entre los que se encontraban tablas con escenas de la vida de Cristo y la Virgen junto a columnas abalaustradas, frisos, figuras y relieves policromados. Fue mandado labrar en 1535 por D.ª María de Alarcón, mujer de D. Gonzalo Collado en el estilo renacentista de la época. Algunas de las tallas y relieves del retablo, salvados de la guerra civil, podemos contemplarlos hoy en día en las cornisas de la cercana capilla de los Gascos.

En la actualidad, la capilla alberga dos bellos pasos de Semana Santa propiedad de la hermandad de Ntra. Sra. de la Soledad y Santo Sepulcro -conocida popularmente como “los negros“-.

 

CAPILLA DE LOS AYLLONES

Colindante con la anterior y en el mismo lado del evangelio, nos encontramos con esta capilla de planta cuadrada y menores proporciones que la precedente. Se trata de la capilla de los Ayllones: importante familia de la localidad que contó entre sus miembros más relevantes con la figura de D. Juan de Ayllón -fundador de la capilla y comendador ocasional de Corral de Almaguer durante los litigios surgidos por su titularidad allá por el año 1478-.

Destaca en ella la presencia de un estilizado arco rebajado de tipo Tudor, tallado en piedra y con ornamentación de frondas y animales fantásticos a la altura de las líneas de imposta. La bóveda que recubre su tapa es también de crucería con ricas nervaduras góticas sobre ménsulas. La capilla estuvo en sus orígenes dedicada a la Concepción de Ntra. Sra.

 

CAPILLA DE LOS GASCOS

La siguiente capilla, auténtica joya del templo parroquial, fue mandada erigir por D. Martín Gasco, -Canónigo y Maestrescuela de la Catedral de Sevilla, Obispo electo de Cádiz, fundador del Colegio de la Magdalena en Salamanca y Embajador del Emperador Carlos I ante el Papa Clemente VII-.

La capilla de la Magdalena -pues este es su auténtico nombre-, es de planta cuadrada con cripta subterránea y pequeña sacristía de bóveda. Se encuentra presidida por una bella portada de piedra dorada y pintada en el estilo plateresco de comienzos del Siglo XVI (1528-1532). Para su descripción, podemos dividirla en tres partes bien diferenciadas al estilo de los grandes retablos: El primer cuerpo lo forma un basamento apilastrado ornamentado con angelillos, calaveras, cintas, libros, trofeos y otros motivos decorativos típicamente renacentistas. Sobre él, se alza un segundo cuerpo en el que sobresale un gran arco de medio punto, ribeteado a la altura de las jambas con los mismos motivos decorativos anteriormente mencionados y, a la altura de las dovelas, con diez cabezas de ángeles repartidas a ambos lados de la clave central adornada con el escudo del fundador. El arco, se encuentra a su vez flanqueado por dos columnas con capiteles profusamente decorados y con el fuste dividido en dos partes por la presencia de una cornisa que arranca de la línea de imposta. La parte inferior es estriada, mientras que la superior se encuentra decorada con guirnaldas, angelillos y otros motivos platerescos. En las enjutas, sobresalen dos medallones con los relieves de Cristo representado como cordero místico y la Magdalena portando el Santo Grial. Sobre el arco, se extiende una suerte de entablamento formado por dos cornisas y un bello friso intermedio decorado a base de cintas, animales mitológicos y medallones. El tercer cuerpo -o ático- lo preside una coronación en forma de venera, con la imagen de la Virgen y el niño en su regazo, flanqueada a cada lado por un ángel portando una máscara o careta. La capilla se encuentra cerrada por una artística reja plateresca, pintada y dorada en parte, con barrotes ora rectos ora retorcidos, sobre los que se extiende un friso bellamente ornamentado a base de cintas, quimeras y caprichos varios. El remate de la cancela lo ocupa el escudo familiar rodeado por una corona de laurel junto a cabecitas de ángeles y jarrones.

El interior de la capilla se encuentra flanqueado en sus esquinas por cuatro columnas abalaustradas de media altura profusamente decoradas con motivos renacentistas “candelieri“, a las que se añade otra quinta situada en el centro del muro frontal, separando dos grandes nichos laterales formados por arcos de medio punto con bordes adovelados. Sobre ellos y tras superar la cornisa que circunda toda la capilla, se encuentran dos hornacinas con las estatuas orantes del obispo Martín Gasco y su hermano Antón que participó en la guerra de las Comunidades. Las estatuas, esculpidas en alabastro por orden de fray Juan Martínez Grima (año 1650), conservan parte de su policromía aún visible y tuvieron un coste de 500 ducados.

La bóveda, también de crucería, es otro de los elementos más artísticos de la capilla, por la complicada combinación de nervaduras y florones en piedra que la embellecen.

El recinto interior alberga en uno de los nichos una cruz procesional de madera, también renacentista, conocida como “la cruz de mayo” -en otro tiempo cargada de reliquias-, así como parte de las figuras y relieves del retablo renacentista de la cercana capilla de los Collados. Acoge igualmente varios pasos de Semana Santa pertenecientes a la cofradía de la Vera Cruz más conocida como “los blancos”

La belleza, armonía y delicada composición de todos y cada uno de los elementos de la capilla, llevaron al gran estudioso del arte español, Camón Aznar, a atribuirla sin lugar a dudas al círculo de Alonso de Covarrubias -máximo exponente del primer renacimiento español o plateresco-

EL ALTAR DE LAS ÁNIMAS

Se encuentra ubicado en la nave lateral, a continuación de la anterior capilla, y en él se solían celebrar las misas de difuntos -de ahí su nombre-. Su importancia radica en el hecho de contener el cuadro original más antiguo que se conserva en la parroquia -concretamente de finales del gótico- es decir de finales del siglo XV, por lo que es probable que ya existiera incluso en la primitiva iglesia. Es una composición pictórica de autor anónimo y grandes dimensiones, realizada en óleo sobre tela de lino, que representa un tema muy recurrente en aquellos años de oscurantismo y miedo: el Juicio Final. El altar y marco de madera con caracteres góticos que lo ornamenta, fue realizado, tras la restauración posterior a la guerra civil, por el gran escultor valenciano Rabasa, autor también de buena parte de los pasos de Semana Santa depositados en la parroquia. En la actualidad, podemos contemplarlo en todo su esplendor gracias a las labores de limpieza y restauración llevadas a cabo en los últimos años.

En el lado de la Epístola

CAPILLA DEL COMENDADOR FRANCISCO XUÁREZ

Comenzó a levantarse a la vez que el nuevo templo parroquial, para que, junto con la capilla de los Collados, formara el crucero de la nueva iglesia. Su construcción fue adjudicada originalmente a la poderosa cofradía de Ntra. Sra. de los Sábados: denominada así porque sus miembros tenían por costumbre reunirse todos los sábados para celebrar los ritos litúrgicos en honor de su patrona María Santísima de la O. -imagen muy venerada por los corraleños de aquellos tiempos-. Sin embargo, los enormes gastos que conllevaba la construcción de la capilla, hicieron que su terminación se fuera demorando en el tiempo y para el año 1515 tan sólo estuviera levantada una tercera parte de su estructura. Esta circunstancia llevaría a la Orden de Santiago a proponer su traspaso al Comendador de Corral de Almaguer Francisco Xuárez, a cambio de que éste la hiciera con mayores dimensiones y la terminara en un año (condición que no pudo cumplir pues falleció al poco tiempo, siendo sus herederos los encargados de acabarla ). Además, debía donar trece sepulturas de la iglesia a los cofrades de los Sábados y dejar 3.000 maravedíes de censo.

La capilla, que sería finalmente acabada entre 1525 y 1530, presenta planta rectangular y mayores dimensiones que ninguna otra del templo. Se abre al presbiterio por un gran arco de medio punto formado por la sucesión de varias arquivoltas abocinadas sobre las que destaca un pequeño escudo con las armas del comendador. Presenta también, como el resto de las capillas, una interesante bóveda de crucería, cuyos nervios surgen de delgadas columnas fasciculadas situadas en las esquinas. En el florón central, aparecía originalmente una granada en recuerdo de la participación de su fundador -Francisco Xuárez- en la toma de Granada junto a los Reyes Católicos.

El interior se encuentra iluminado por una bella ventana románica de transición al gótico -con restos aún de policromía-, procedente de la primitiva iglesia parroquial y descubierta en la última gran restauración del templo (1978-1979). Acoge también esta bella capilla, la imagen del Cristo de la Agonía -co-patrón de la villa- tallada en madera de pino de Soria sin estofar y realizada en la década de los 60 por el gran imaginero del siglo XX Faustino Sanz Herranz en su taller de García de Paredes. Se encuentra también en esta capilla, la puerta de acceso a la sacristía del templo parroquial.

 

CAPILLA DE LOS BRICEÑOS

Fue mandada erigir entre 1510 y 1515 por el Doctor Luis Briceño: sobrino del obispo Martín Gasco, colegial del colegio mayor más famoso de Salamanca -el de San Bartolomé- de donde salieron los grandes prohombres del Reino y donde se licenció en leyes. Afamado jurista de su época, llegó a ocupar el cargo de rector del Colegio de San Bartolomé durante los años 1531 y 1532. Casado con D.ª María López Carbonero, también de Corral de Almaguer, tuvieron entre su descendencia a D. Francisco Briceño: Presidente de la Audiencia de Guatemala y posteriormente de Santa Fe de Bogotá, donde mandó fundar un pueblo con el nombre de San Luis de Almaguer en recuerdo de su villa natal.

La capilla presenta, como las anteriores, un arco de medio punto de cantería formado por varias arquivoltas adosadas, con los escudos familiares a la altura de las enjutas y con decoración de bolas en las líneas de imposta. La bóveda es también de crucería con ricas nervaduras en piedra, con la curiosidad de que tan sólo son apreciables en media capilla, pues la otra mitad fue redecorada en época barroca con bóveda de yesería de cuarto de esfera y molduras, semicolumnas y hornacinas al gusto del siglo XVIII.

Esta capilla contiene una gran vitrina en la que se encuentran depositados los pasos procesionales de Ntro. Padre Jesús Nazareno, Ntra. Sra. de los Dolores y la Verónica, además de un San Juan Evangelista y una María Magdalena en sendas hornacinas. En fechas recientes, se han añadido también al conjunto los pasos de Jesús arrodillado, el beso de Judas y el Cristo crucificado, todos pertenecientes a la misma hermandad de “los morados”.

SACRISTÍA

Sabemos, gracias a los escritos de la Orden de Santiago, que la nueva iglesia se encontraba prácticamente terminada a comienzos del Siglo XVI sin haberse construido aún la sacristía. Por ello, los clérigos tenían que vestirse en los altares “de forma muy deshonesta para la religión” según recogían los escritos de la Orden. Ante este hecho, los visitadores acuerdan en 1515: “se mande al dicho mayordomo hacer una sacristía donde el Concejo lo tenía pensado de hacer, que es junto a la torre , por donde está la dicha puerta”... mientras tanto, los sacerdotes se vestirían en la capilla de D. Juan de Ayllón. Para la siguiente visita (1524) ya se encontraba terminada y presentaba las siguientes características: era de reducidas dimensiones (24 pies de largo por 15 de ancho), con fábrica de la misma mampostería que el resto de la iglesia y con techo de ripio y tirantes en basto. Se accedía a ella únicamente desde el templo, por una puerta situada en el lateral izquierdo del presbiterio -junto a la capilla del comendador Francisco Suárez- y dentro del recinto se encontraba la puerta y escalera por la que se subía a la primitiva torre. En el interior, cajoneras y armarios de pino contenían los ornamentos religiosos. Así permaneció hasta el año 1743, en el que los visitadores de la Orden decidieron en esta ocasión: “que dicha fábrica y techo, como las cajoneras en que se custodian los ornamentos para el culto divino,...son muy indecentes y nada seguros, por lo que precisan necesidad de hacerlos nuevos y fabricar nueva sacristía que sea decente y como se debe“...

La nueva sacristía sería terminada algunas décadas después, siendo descrita en 1798 de la siguiente forma: “Item tiene una sacristía fabricada de nuevo con mampostería de yeso, al lado de la epístola, de 38 pies de largo, 18 de ancho y 21 de alto. El techo está compuesto de vigas y media caña, cornisas y molduras de color aurora, con su ventana y reja a la plaza...y existe en ella un aguamanil” Se hicieron también nuevas cajoneras, armarios y espejo de nogal y, sobre el aguamanil de mármol de estilo renacentista que se conservaba de la primitiva sacristía, se abrió una hornacina.

En este estado llegó prácticamente hasta nuestros días, con la excepción de la nueva puerta sobre la plaza y la que se abrió en la capilla del comendador Francisco Suárez como nuevo acceso desde la iglesia (que datan de los comienzos del siglo XX). A finales de los años 60 y debido a la presencia de goteras que afeaban las molduras barrocas de escayola, se decide destruir el techo de media caña y sustituirlo por un simple y burdo cielo raso de escayola. En esta misma obra sería destruido también el aguamanil renacentista que adornaba la sacristía.

Recientemente, durante la estancia en esta villa como párroco de D. José Vicente Rodríguez, la sacristía recobró todo su esplendor, al ser sustituido el antiestético cielo raso por una techumbre de madera más acorde con el estilo del templo parroquial, y ser restaurado igualmente el mobiliario de nogal que alberga los ornamentos litúrgicos.

LAS PORTADAS

El templo parroquial de Ntra. Sra. De la Asunción cuenta con dos monumentales portadas que presiden el principal espacio público de la localidad y lo dotan de singular belleza. Ambas se encuentran orientadas hacia el sur y ambas fueron labradas en estilo renacentista, si bien cada una de ellas, como veremos más adelante, presenta rasgos y características propias.

La portada principal

, que lo es por dimensiones y complejidad escultórica, fue construida entre 1528 y 1534 en el estilo de comienzos del renacimiento o plateresco, siendo Prior de Uclés D. Pedro de Almaguer, natural de esta villa y con toda probabilidad su principal impulsor y patrocinador. Debemos tener en cuenta que por esas misma fechas habían comenzado las obras del nuevo Monasterio de Uclés a cargo de nuestro paisano como máxima autoridad religiosa. Puesto que era él, en último término, quien decidía sobre todo lo relacionado con las iglesias de la Orden, es lógico pensar que fue él y no otro, quien decidió erigir para su villa natal una portada monumental especialmente cara y compleja en comparación con las que se levantarían en el resto del priorato. Es de suponer también (y así lo demuestran algunos de sus relieves) que en su construcción participaron los mismos arquitectos y maestros canteros contratados por la Orden para la construcción del Monasterio: (Gaspar de la Vega, Francisco de Luna, Andrés de Vandelvira etc..)

Fue concebida -tal y como era costumbre en la época- como un monumental retablo compuesto por tres cuerpos bien diferenciados separados en altura por líneas de cornisa. El primer cuerpo lo forma un basamento con una primera mitad libre de ornamentación, dispuesto para soportar mejor los daños procedentes de la humedad y la cercanía de las personas. La segunda mitad, más elevada en altura, se encontraba ornamentada por bustos de guerreros con casco al estilo romano (esta parte se encuentra en la actualidad prácticamente desaparecida, por el continuo desgaste producido por la acción de las aguas y los seres humanos).

El segundo cuerpo se encuentra presidido por un gran arco triunfal de medio punto, ribeteado desde el primer cuerpo por una pequeña cenefa con motivos platerescos y cabecitas de ángeles, y adovelado a partir de la línea de imposta por los bustos de once personajes anónimos dotados de diversas expresiones y tocados. De entre todos ellos y presidiendo el conjunto desde la clave central, parece identificarse la figura del apóstol Santiago -titular de la Orden Militar-. Las jambas se encuentran flanqueadas a su vez por dos hornacinas, vacías en la actualidad, que en otro tiempo cobijaron las imágenes de Sta. Apolonia y Sta. Bárbara. Todo el segundo cuerpo se encuentra a su vez flanqueado por cuatro columnas sobre pedestales -dos a cada lado-, en cuyos intercolumnios aparecen dos hornacinas de mayor tamaño que las anteriores, destinadas en otro tiempo a acoger las figuras de San Pedro y San Pablo. Las enjutas que ocupan los triángulos laterales del arco, se encuentran ocupadas por dos bellos relieves en escorzo de David y Salomón, en los que se aprecia claramente la obra de un gran maestro del renacimiento. Sobre el arco, corre un friso esculpido igualmente con gran maestría y delicadeza, centrado por la presencia de un relieve de Santiago mata moros a pie, junto a figuras varoniles y medallones en los laterales. Separando el segundo del tercer cuerpo, sobresale una gruesa cornisa gravemente deteriorada por el transcurrir del tiempo y la acción de las aguas.

El tercer cuerpo o ático, lo preside una gran coronación semicircular formada por una concha o venera -símbolo de la Orden de Santiago- ribeteada por una cenefa con cabezas de ángeles y molduras. Sobre ella a su vez, y sin perder la forma semicircular, dos ángeles de cuerpo entero se curvan en difícil postura. En el interior de la venera y presidiendo la portada, sobresale la escultura a tamaño natural de la Virgen de la Asunción -advocación de la parroquia-. Rematan el conjunto tres candelabros o “candelieris” típicos del renacimiento: dos situados en los flancos y otro central encima de la coronación.

La portada oeste

Junto a la anterior y más cercana al lado oeste de la plaza Mayor, se alza otra portada de menores proporciones, tallada en fechas posteriores en el estilo renacentista pleno o Herreriano de finales del siglo XVI y comienzos del XVII. Es por ello mucho más pura de líneas y se encuentra prácticamente desprovista de ornamentación. Presenta un arco de medio punto moldurado y con resaltes en clave y líneas de impostas, flanqueado por dos pilastras de orden jónico que sujetan un entablamento y frontón clásico con una pequeña hornacina central. En las enjutas sobresalen dos medallones ornamentados con sendas cruces de Santiago.

 

EL CAMPANARIO

Pocas noticias tenemos de la primitiva torre de la iglesia, tan sólo que se encontraba situada en el testero del templo a espaldas del altar mayor. Los primeros documentos que hacen referencia al campanario, son ya de comienzos de siglo XVII y nos hablan de los graves problemas estructurales que presentaba. Como quiera que su mantenimiento y reparación correspondía a la Orden de Santiago en la figura de los dos comendadores beneficiados por las rentas de la localidad (comendadores de Corral de Almaguer y Monreal ) y éstos habían hecho dejación de sus obligaciones, el Concejo, junto con el clero de la villa, elevaron una carta al Rey en los siguientes términos: .../”Y el cuerpo de la dicha torre tiene muchas quebraduras por donde llueve y que en muchas capillas y altares no se puede decir misa y está en peligro de hundirse toda la dicha iglesia”.../ Pedían que a costa de los que se beneficiaban de los diezmos (impuestos) del municipio se levantara una nueva torre. Mientras tanto y para evitar males mayores, se tomó la decisión provisional de desmochar la torre, reparar la capilla mayor y guardar las campanas en el cuerpo de la iglesia, todo por un total de 400.000 maravedíes.

Tras una serie de pleitos entre el Concejo y los herederos del Duque de Uceda -a cuyo padre habían correspondido los oportunos arreglos en su etapa de comendador de Monreal-, el Consejo de Ordenes expidió por fin una ejecutoria en 1638 para que los mencionados testamentarios y los demás interesados en los diezmos de la villa, contribuyeran por reparto para erigir una nueva torre. Las obras se tasaron en 18.000 ducados -cantidad muy elevada para la época- que nos hace suponer que se pretendía levantar un lujoso campanario acorde con la importancia de la parroquia. Sin embargo, la crisis económica que atravesaba el país en aquellos momentos unido a las presiones que ejercieron los testamentarios, hicieron que no se presentara ningún constructor a la subasta, por lo que de nuevo el Ayuntamiento y la Iglesia escribieron a su Majestad en los siguientes términos:.../”Y las campanas están en el cuerpo de la Iglesia en unos palos, con mucha indecencia, y siendo como es la dicha villa de 1.500 vecinos y no haber otra Iglesia Parroquial, suplicamos a Vuestra Alteza para que la obra que se puso en 18.000 ducados se prorrogue por ver si hay quien lo haga por menos”.../ La torre sería finalmente ajustada en 5.000 ducados que se pagarían de la siguiente forma:

1.500 ducados los testamentarios del Duque de Uceda

3.500 ducados los que se beneficiaban por aquel entonces con los diezmos de la villa

Descripción

Del siglo XVII (1638) es la actual torre de las campanas situada a los pies de la iglesia y conectada por una pequeña puerta con la nave principal del interior del templo. Construida en sustitución del primitivo campanario ubicado en el testero de la iglesia, es una torre cuadrada dotada de gran altura y estructurada en tres cuerpos decrecientes en anchura y altura, perfectamente diferenciados entre sí por la presencia de molduras separadoras. La fábrica es de sillería con utilización de dos tipos diferentes de piedra en su revestimiento, reservando la más dura para la base, esquinas y templete final. Este último presenta dos arcos de medio punto en cada uno de sus lados, ornamentados con resaltes en esquinas, estribos y líneas de impostas, y rematado por una cornisa moldurada de piedra sobre la que descansa un tejado a cuatro aguas con veleta de forja

Rufino Rojo García-Lajara